Desde que el mundo es mundo el ser humano ha comido. Además de ser una de nuestras necesidades básicas es también uno de los mayores placeres de la vida para muchas personas.
Tradicionalmente nuestro entorno más próximo nos proporcionaba los alimentos para cubrir nuestras necesidades energéticas. Las plantas y animales autóctonos, junto con los diferentes métodos de preservación de alimentos en épocas de escasez, han marcado las tradiciones culinarias de cada región: salazones, conservas o curados son característicos de cada zona en función del clima y acceso a las materias primas.
En el siglo XX, la industrialización y la incorporación de la mujer al mundo laboral, propiciaron profundos cambios en los hábitos alimentarios de la población. Actualmente vivimos en una constante evolución de costumbres que afecta a nuestros hábitos alimentarios. Las empresas del mundo de la alimentación tenemos que estar atentas para poder desarrollar productos y alimentos que se ajusten a las nuevas demandas y necesidades de los consumidores.
El mundo actual no entiende de fronteras y menos en lo que a alimentación se refiere. Se pueden encontrar restaurantes japoneses, libaneses o mexicanos en cualquier ciudad europea y comer un mango o un aguacate ha dejado de ser algo extraño. Hemos incorporado la quinoa y la chía en nuestras comidas diarias y hemos hecho de lo exótico parte de nuestra rutina.
Uno de los claros efectos de esta tendencia en el sector de la alimentación es el aumento de las exportaciones. Queremos encontrar de todo en cualquier parte del mundo pero, y aunque parezca contradictorio, muchas veces el mayor reto de las empresas al afrontar un nuevo mercado es adaptar nuestros productos tradicionales a los gustos y preferencias de los consumidores extranjeros (además de, por supuesto, a sus normativas y regulaciones).
En Sant Dalmai empezamos a exportar fuera de Europa en el año 2013 y cada nuevo mercado supone un reto apasionante. Hemos desarrollado más de 50 productos específicos para los mercados extranjeros y estamos convencidos que aún queda mucho por hacer y crecer.
Otro de los claros cambios en cuanto a hábitos alimenticios se refiere es el tiempo dedicado a cocinar. La vida ajetreada, o simplemente la facilidad de encontrar alternativas, ha hecho que reduzcamos las horas que dedicamos a la cocina.
Cada vez es más habitual comer fuera de casa, pedir que nos traigan la comida a domicilio o tener en la nevera un plato precocinado que únicamente se tiene que calentar.
Ya son pocos los restaurantes que no ofrecen entrega a domicilio (hogar, trabajo u otros) y los supermercados evitan quedarse atrás ofreciendo soluciones “listas para comer” en sus lineales. El auge de los productos de IV y V gama son un buen reflejo de esta tendencia y está claro que restauración y retail competirán por ser la elección de los consumidores en cada una de sus comidas.
Nuevos hábitos de consumo traen nuevas oportunidades de negocio. Lo vemos por ejemplo con la aparición de dark kitchens (restaurantes especializados en la entrega a domicilio) o en el reciente movimiento que han hecho gran número de supermercados y grandes superficies ofreciendo productos que pueden ser consumidos en el mismo local.
En Sant Dalmai pensamos que toda la cadena deberá trabajar de manera conjunta para ofrecer alimentos nutritivos y sabrosos que puedan ser acabados y consumidos en cualquier lugar (casa, restaurante o supermercado). En este sentido, el reto está en ofrecer soluciones diferenciadoras que aporten un plus al consumidor y que cumplan sus expectativas en cuanto a sabor y nutrición.
En el año 2016 la esperanza de vida al nacer en la Unión Europea era de más de 80 años mientras que en 1960 no llegaba a los 70. En poco más de 50 años nuestra esperanza de vida ha aumentado en más de 10 años lo que, junto con el descenso de la tasa de natalidad, hace que la media de edad de la población vaya aumentando.
Nuestra sociedad va envejeciendo, pero cada vez lo hace mejor. La evolución de la medicina hacia soluciones paliativas más que curativas y el conocimiento cada vez más al detalle de nuestro cuerpo hace que la alimentación, junto con el ejercicio, sea la receta para una buena calidad de vida en la vejez.
En este sentido toman relevancia las texturas. A medida que nuestro cuerpo se hace mayor, los alimentos blandos ganan importancia por su facilidad para comerlos y digerirlos. Las soluciones actuales son muy limitadas pero estamos convencidos que surgirán nuevos productos que satisfagan el paladar de los más mayores.
Por otro lado, el desarrollo de la nutrigenómica y la nutrigenética van a permitir definir dietas personalizadas que preserven e incluso mejoren la salud de cada individuo. En Sant Dalmai estamos convencidos que uno de los retos de la industria alimentaria pasará por ofrecer soluciones muy personalizadas que sean nutritivas a la par que sabrosas y que aporten el máximo beneficio posible a cada individuo.